martes, 2 de octubre de 2012

ENTRE CUERDAS Y MELODÍAS




                                                                                                         

Rasgaremos sus cuerdas,
y con cada nota musical ella
nos contará  su historia,
de alegrías o penas,
clásicos,melódicos,tango o folklore;
ella estará siempre dispuesta a sonar...


               Su antepasado más lejano fue el sistro, luego llamado "cítara"; herradura de metal atravesada por varillas. Los egipcios - y luego los griegos - le arrancaban melodías que deleitaban a dioses y reyes. Mencionada en la Biblia, no hay dudas de que fue uno de los primeros instrumentos conocidos.
               Cuentan que, en la antigua Calabria, estando un famoso " citarista" conmoviendo al mismo cielo, se rompió una cuerda de su lira. Providencialmente, apareció una cigarra que, con su canto, reemplazó el sonido de la cuarta cuerda rota.  Una estatua, en la ciudad de Jeracio, inmortalizó el hecho. Otra similar se levantó en el templo de Delfos, en la antigua ciudad de Grecia.
               Cada pueblo elige y transforma el instrumento que más resonancia da a sus sentimientos. Y es la guitarra el que más formas y nombres ha tomado. Veamos si no, la remota lira griega, de formato elegante y son poético, quizás algo débil. Más tarde, a fines del siglo XIX, ésta fue imitada por la liro-guitarra francesa, la que no tardó en ser relegada.
               La guitarra vienesa fue inventada por Stanfer, en 1823. Era de caja grande y con siete cuerdas. En cambio, la antigua guitarra alemana, anterior a ésta, sólo tenía cuatro y más tarde le aumentaron a ocho. En India, crearon el " tambura", que era un instrumento muy parecido a la 
" bandurria".
               Y  pasando lista al número de cuerdas, volveremos a la primitiva guitarra de cuatro cuerdas, a la que se le añadió -a fines del siglo XVI- una más, por inspiración del célebre músico español Espinel. En forma anónima llegaron la sexta y luego la séptima. Actualmente, reina la guitarra de seis cuerdas.
               Su resonancia nace de su caja ovalada, angostada en el medio. En el centro de su tapa hay una abertura redonda. En el mástil están las seis clavijas, que permiten templar otras tantas cuerdas aseguradas en la parte inferior de la tapa. Éstas se pulsan con los dedos de la mano derecha, en tanto los de la izquierda presionan donde convenga al tono.


                                                 

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