martes, 30 de octubre de 2012

¡ HAY RUIDOS QUE MATAN!

Apenas comienza el día y comienzan
nuestros ruidos. La ciudad que parecía dormida,
inicia su infatigable ajetreo: bocinas, frenadas,
sirenas, embotellamientos, ruidos más ruidos...

                                                                                                     

           Con el desarrollo de nuestra civilización urbana e industrial el ruido ha ido adquiriendo cada vez intensidades mayores, y puede ser incluido dentro de los factores ambientales que presentan efectos nocivos para la salud.
           Ya en 1972 la Organización Mundial de la Salud ( OMS), dependiente de las Naciones Unidas, catalogó el ruido como una forma más de contaminación: la acústica.
            La intensidad del ruido se expresa en decibeles (dB). En una habitación tranquila, por ejemplo, la intensidad del ruido es de 30 a 40 dB; una conversación normal se sitúa en alrededor de los 50 dB; en una calle muy transitada, entre bocinazos y sirenas, alcanza los 90 dB;cuando despega un avión comercial se superan los 120dB. Estas últimas intensidades ya resultan dolorosas al oído humano.
          Numerosos trabajos científicos ponen de manifiesto los efectos perjudiciales que ocasiona el ruido: desde fatigas auditivas hasta sorderas profesionales. Pero además el ruido puede producir efectos indirectos, como alteración del ritmo cardíaco, aumento de la presión arterial y problemas respiratorios. A esto hay que agregar los efectos psíquicos que se manifiestan como cansancio, irritación, problemas de concentración y menor rendimiento en las tareas.
         Ya son varios los países que tratan de controlar la contaminación acústica mediante una legislación adecuada que establezca los niveles máximos de emisión de ruidos, sobre todo en máquinas industriales y especialmente en los escapes de los automóviles.
          Todos podemos colaborar en disminuir los ruidos, escuchando música lo más bajito posible, la televisión, la radio y no gritar en la calle. " No hagamos oídos sordos" a este consejo.

Fuente:Manuel G. Ferré
Editorial Lord Cochrane. Santiago de Chile
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